Enlaces y Desenlaces de la Vida en Pareja
Descripción y Preguntas
(Hablo aquí de algunos casos típicos. No son los únicos. Las posiciones que se atribuyen a hombre y mujer pueden ocurrir a la inversa. Sólo intento acercarme a unos casos –frecuentes– pero en ningún caso se trata de generalizar sobre todas las relaciones de pareja.)
Muchas mujeres se plantean dudas sobre su relación de pareja. Hasta dónde “aguantar”. “¿Y si no se han hecho todos los esfuerzos necesarios?”
En muchos casos él es muy exigente y perfeccionista. Ella nunca consigue “estar a la altura”.
“Eres un desastre” le dice él.
Y ella lo asume: “Soy un desastre”.
Él aparece como un ojo vigilante y a cada fallo de ella, salta triunfal: “¿Lo ves?”
Ella quiere escapar, pero también le quiere.
Y romper con todo un sistema establecido y además si hay hijos, mucho más conflicto moral para ella.
En principio es una pareja conocida para los especialistas: “Él obsesivo y ella histérica” que en una modalidad “ligera” puede compensarse y funcionar.
Pero llevado al extremo puede ser un infierno, muy privado eso sí. Sin llegar al maltrato físico -¿o a veces sí?-.
Se plantea una convivencia basada en una relación que bordea el sado-masoquismo. Ella calla, aguanta, lo intenta una vez más. Él suele ser un hombre que colabora en las tareas de la casa, hace comidas, se ocupa de los niños.
¿Cómo diferenciar? ¿Dónde está el límite donde uno tiene que adaptarse, ver el punto de vista del otro, cambiar el suyo?
Uno de los elementos: + Aceptar el error del otro. Siempre los humanos cometemos fallos. Es inherente a nuestra condición.
Otro factor: + La equivalencia de lugares y espacios propios de cada uno.
“Yo colaboro contigo, compartimos las tareas de la casa (incluso puede que el hombre haga más en la casa que la mujer). Pero ahora tú haces lo que yo digo.”
Y si no, me enfado. Y si fallas, monto una bronca donde los gritos se oyen hasta en la casa de enfrente.
El hombre está en posesión de la verdad única y de toda la razón. Lo que él dice es para que las cosas “se hagan bien”. Todo lo demás es un desastre.
En este contexto, ¿qué espacio le queda a la mujer? Ser la que falla, la desastrosa. La que obedece y se somete a los mandatos de su amo perfecto.
¿Debe la protección acabar siendo dominio?, ¿Necesita la mujer de hoy ese tipo de protección?, ¿Hace falta ese tipo de perfección obsesiva en la vida cotidiana?
Él se da cuenta de que a veces pierde el control. Que es exagerado lo mal que se pone. Pero le irrita la aparente ausencia de ella, parece que está en otra parte, no se fija, no hace las cosas bien.
El peligro es confundir seducción con dominio. Ausencia con sometimiento. Seducción con ausencia.
Porque aunque ella parezca presente durante la bronca, ¡está más lejos que nunca!
Con violencia no se puede convivir.
Y la violencia verbal –los gritos- son violencia. (Vengan de ella o de él)
Ella se está yendo. Está en otra parte. Ya no está ahí.
En ocasiones (cada vez más frecuentes) ella conoce a otro hombre. Y la escucha y no le recrimina por sus errores. Y comparten momentos de mucha felicidad.
Si el marido se entera, un motivo más para aumentar su “carga de razón” y la agresividad de su trato hacia ella.
Él tampoco sabe cómo dominar su rabia. Piensa que si no está alerta, todo dejará de funcionar.
((¿Quizá él ha tenido una madre obsesiva y dominante, que ha llegado a maltratarlo?))
Estoy poniendo ejemplos (que no corresponden a una pareja real) de un tipo concreto de problemática de pareja. Hay muchos más. Pero he elegido éste por invitar a reflexionar sobre él, y por ser quizá más frecuentes en la actualidad.
Podemos proponer puntos de reflexión para cambiar el estilo de relación
Él y ella han de responder, por escrito y en privado, a cada pregunta. Después, si quieren lo ponen en común. Es preferible hacerlo con un intermediario, psicoanalista, psicólog@:
• Qué idea del Amor tenemos… escribir sobre ello.
• Qué idea de mujer… qué es una mujer para ti…
• Qué idea de hombre…
• Para qué queremos una pareja…
• Qué es lo más importante en tu vida. Y lo segundo, tercero??
Como decía Hannah Arendt: “No hay pensamientos peligrosos, pensar es lo peligroso”.
Así pues, no dejemos de pensar si queremos encontrar alternativas a los sistemas establecidos: de relaciones, de pensamiento, de convivencia, de conversación…
Sara Blasco
15 de Octubre de 2014