Otras ideas para superar una depresión

 Depresión post-parto

Aportaciones para un Diagnóstico                                                                        

Hay dos tipos de depresión post parto:

La primera y más leve forma de depresión post parto se denomina “Baby blue” y consiste en una tristeza inexplicable, después del nacimiento del bebé. Posiblemente es debida a los grandes cambios hormonales que se producen después del parto, y al enorme cansancio y agotamiento por el esfuerzo, no sólo del parto, sino también de todo el embarazo.

La mujer está muy sensible a todo lo que ocurre, a los comentarios que se hacen, seguramente bien intencionados, pero que hacen dudar a la nueva madre sobre su comportamiento y pueden agudizar sensaciones de inseguridad y temor.

La madre tiene temores difusos, el bebé parece muy frágil –aunque no lo es tanto. Cualquier suceso mínimo le despierta ganas de llorar. Esto parece contradictorio con la alegría esperada, parece que “debería” sentirse feliz y sin embargo…

Por eso la actitud de los que rodean a la madre debe ser de respeto y serenidad. Escuchar lo que la madre siente y quiere en esos momentos es fundamental.

Que ella se sienta respaldada y protegida. Y ayudarla en todas las tareas, que siendo sencillas, pueden parecer un mundo. El centro de atención ha pasado a ser el bebé recién nacido, todos los halagos y comentarios se centran en la criatura, y la madre puede sentirse olvidada y “abandonada”.

En un ambiente de cariño y armonía, esta situación suele pasar después de dos semanas. La recuperación física ya está en marcha y la madre va cobrando seguridad y fuerza.

La relación con el bebé es algo progresivo.

Qué es ser una buena madre

A menudo hay una gran mitificación de lo que “debe” sentir una madre. Sin embargo, muchas mujeres al principio no sienten “nada”. Y es muy normal. Poco a poco han de ir conociendo a ese nuevo ser que acaba de llegar, y podrán establecer lazos afectivos en la convivencia diaria.

La madre, y también el padre y todos los familiares, pero especialmente ella, pasan por un proceso de adaptación a la nueva realidad. De haber sentido al bebé en su interior, con todas las fantasías y pensamientos que han ido “incubando” durante el embarazo e incluso antes, ahora han de enfrentarse a la realidad del bebé, a cómo reacciona y se manifiesta realmente, y eso suele ser diferente a lo que se imaginó.

Encontrar el placer de la crianza, con lactancia natural o con biberón, son pasos progresivos, que no hay que dar por supuestos desde el primer momento. Es importante no caer en la culpabilización. “No sé si lo que siento es normal, mi bebé me parecía feo cuando nació”. ¡Es normal!, muchos bebés recién nacidos son feos, están arrugaditos y enrojecidos… con el paso de los días, se irán poniendo más lustrosos y regordetes. Y ganarán en expresividad, responderán a las caricias y los mimos, empezarán a sonreír, a agarrar un dedo de la madre…

También es normal la alternancia entre momentos en que se desea estar con el bebé y se disfruta con los cuidados, los paseos, los ratos de sueño y tranquilidad… Con otros momentos en que la madre se pregunta cuándo va a tener tiempo para ella misma, para hacer alguna actividad gratificante con otros adultos, o estar con su pareja sin interrupciones.

Todo esto entra dentro de la normalidad. Cuando el bebé es más inquieto, y no duerme muchas horas seguidas, hay que hacer acopio de paciencia y buen humor. Y saber que es una situación temporal, que aunque se haga muy largo el proceso, los bebés crecen y poco a poco, van ganando en independencia.

Hoy en día cada vez son más las parejas que consiguen compatibilizar la crianza con actividades de ocio, y pueden llevar a su bebé en muchas ocasiones de la vida social. ¡Es cuestión de organizarse! Compartir las tareas entre el hombre y la mujer es un gran avance, que redunda en una mayor libertad y un contacto más profundo del padre con su criatura recién nacida.

Depresión post parto

Lo que más asusta de la depresión post parto es el hecho de rechazar al bebé.

En estos casos, que también existen, la situación es más complicada.

La depresión post parto se caracteriza porque la madre no acepta su condición, rechaza los cambios que se han producido, con frecuencia el embarazo ha sido problemático. La relación de pareja tampoco es buena. Por más que se esfuercen el compañero y otros familiares, parece que la madre no se encuentra a gusto en ninguna circunstancia.

En estos casos hemos de suponer un desequilibrio emocional importante en la mujer. Quizá la historia familiar está cargada de ambivalencia: amor y odio se combinan hacia las personas del entorno y la madre no encuentra en la vivencia de la maternidad ningún aliciente positivo.

En caso de sufrir una depresión post-parto es conveniente una psicoterapia desde el primer momento. Y alguna persona que pueda hacerse cargo del bebé mientras la madre se recupera.

Cuando la situación se va superando, la madre puede volver a ocuparse de la crianza, siempre mejor si cuenta con la ayuda de su pareja y la propia madre (la abuela) o algún otro familiar cercano.

Perspectiva

Siempre hemos de tener en cuenta que la llegada de un bebé supone un cambio en la estructura familiar. Los vínculos afectivos, de amor, que existían antes, se ven modificados por la llegada de un tercer miembro de la familia, y cada uno ha de establecer otro vínculo nuevo con la persona recién llegada.

No olvidemos que “el niño es el padre del hombre”. En el sentido de que podemos ver al bebé como un futuro adulto, que desarrollará su propia vida.

La situación de extrema dependencia que vivimos los humanos no es comparable a la de ningún otro mamífero. Cualquier gatito o perrito, es capaz de ponerse de pié e ir hacia el alimento a las pocas horas de haber nacido. Los humanos tardamos ¡un año! En ponernos de pié, y aún necesitamos que alguien nos facilite la comida. Sin esta ayuda, somos incapaces de sobrevivir. Esto que en principio parece una desventaja, es la base para que desarrollemos unos vínculos afectivos muy fuertes, que son la base de la personalidad, de la autoestima, y que a su vez potencian el gran desarrollo cognitivo que se produce durante la infancia.

Que la niña o el niño recién llegados se sientan queridos y respetados en su singularidad, es la base fundamental que permite que desarrollen todas sus potencialidades en su vida futura.

Considero que es un aprendizaje sutil y hermoso, el ayudar a crecer a otro ser humano. Seguramente en el futuro los Colegios e Institutos deberían incorporar la enseñanza de muchos conocimientos que son básicos a la hora de este importante trabajo. De otro modo, corremos el riesgo de perpetuar los errores que se transmiten como si fueran verdades inalterables.

Todavía escucho frases como “este niño es malo”, o “no hay que cogerlos en brazos, que se acostumbran”. Claro que un bebé necesita que lo cojan en brazos: la regulación de su ritmo cardíaco, de su temperatura y de su digestión dependen de ello. ¿Por qué un bebé que llora, deja de llorar inmediatamente si su madre lo coge en brazos?

Creo que es un gran desafío el poder compatibilizar la liberación de la mujer, su derecho a realizar un trabajo remunerado y a realizarse como persona en su integridad, con la realización de una maternidad que también atienda a las necesidades de sus hijos.

No olvidemos que todo el amor que recibe un niño o una niña, será la fortaleza que lo acompañe toda su vida y que facilitará tanto el desarrollo de sus relaciones sociales como el desarrollo de su inteligencia.

 Sara Blasco

7 de Julio 2014

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