En el camino de la Vida, andando, saliendo a la calle, es una posibilidad, encontrar “el Amor”. Alguien que de repente empieza a amarte, y tú empiezas a amarla a ella, a él…Qué lío.
Y es quizás uno de los terrenos donde más claro se ve que uno mismo, una misma, se condiciona esos encuentros o des-encuentros. Se condiciona sin quererlo, claro está, desde los prejuicios, los complejos, las miserias que la vida, los antiguos amores y los más allegados y familiares han tenido a bien ir echando sobre tu cabeza…Con las mejores intenciones, seguro.
Sorprende ver la cantidad de hombres que se quedan solos por estar enredados en su propio laberinto. No menos que mujeres, cosa que no siempre se dice, o se ve.
Roqueros vírgenes que cantan al amor y al sexo. Virgen se puede ser en muchos sentidos. Y casi nunca es algo positivo en realidad. ¿Son los últimos románticos? Puede ser. Sueñan con una mujer ideal, lejana, inalcanzable. Han conseguido eternizar su adolescencia.
Es posible que hayan sido marcados por una madre absorbente y posesiva. Esas madres que confunden el control con el cariño y la buena educación con la garantía de futuro. Exigencia, control, miedo, protección. Y poca ternura. Tal vez. Y un padre tan ausente que apenas quedan recuerdos de él. La cadena del desamor…
Y tal vez sí existe una mujer capaz de amar a ese hombre. Seguramente, pero ella apenas puede dar un paso apenas, porque piensa que entonces dejaría de ser una mujer. Sean convenciones sociales o sean diferencias inscritas en nuestras células recónditas, es decir inconscientes.
La cosa es que parece falta de valentía y el tedio que ha atrapado a estos hombres por miedo a caer en el tedio de la familia y todas las obligaciones que conlleva.
El tedio de ser libres. Y tener todo el tiempo y todo el espacio del mundo.
Y cuando si por un azar o por esos determinantes de la vida que no sabemos, si por esa misma cobardía la salud o el trabajo o ambos fallan y empiezan a caer goteras en el techo del refugio individual de esa vida, pues será entonces cuando atormenta la pregunta por la soledad.
Sociedad patriarcal: atrapados en la propia trampa, humana, no sólo masculina, de que los hombres no pueden fracasar, no pueden ser rechazados, no pueden pedir perdón, no pueden llorar, no pueden equivocarse…
¿Es un parche el amor? ¿Algo que nos completa, que nos llena y ya no tenemos más hambre ni sed ni deseo cualquiera de ver a nadie ni de mirar ninguna cosa ni de salir ni de hacer nada???
Parece que deseamos un tapón que nos cierre y nos permita quedar en la nevera, bien guardaditos, hasta el próximo sorbo de vida…
Claro que el amor sacia. Y el sexo. Pero cuidado, ahí está la trampa, el engaño de los cuentos de hadas… Una amiga muy joven tiene puesto en su wasap: “Las princesas son contagiosas”. Es un amor.
Cada uno ha de cultivarse como persona, toda la vida. Y si tiene la bella suerte de encontrar a alguien que quiere compartir algo de su tiempo…, pues debe cultivarse mucho más, y dar lo mejor de sí a la otra persona.
Todo lo contrario de ese abandonarse y entregarse con pedos y todo a los brazos del amado, de la amada… Con calcetines sucios tirados al lado de la cama, con, en fin, no sigo que no quiero atufar a mis lectores…, perdón.
Pero aún no es tarde. Para qué sirve el amor. Escribe tu propia respuesta, para qué te ha servido a ti. Para qué quieres que te sirva… Porque vuelvo a decir, hay muchos amores, hay muchas formas de querer al otro. Esa persona te quiere, sí, te quiere mucho, pero ¿para qué te quiere?… ¿Va a permitir que sigas siendo tú mismo o en realidad no le gusta ni la mitad de cómo eres…?


A mí se me ocurre que el amor sirve para saberse “herido de incompletud”. Porque a veces una persona puede creer que ella es ella misma y se empieza y se acaba en sí mism@. Y eso es muy falso.
El amor sirve para saber que la vida es lucha, es incertidumbre y es soledad. Pero en algunos instantes maravillosos, dos mundos pueden juntarse, dos planetas pueden abrazarse y reír juntos y hablar y pasear… Para saber que “podemos crecer juntos”. El amor es un desafío.
Lo curioso es que conociendo al otro también te vas a conocer a ti mismo. Eso es muy interesante. El amor te abre varias dimensiones. Y en cada relación, en cada nuevo amor, vas a conocer a un nuevo tú. Esperemos que mejor que el anterior. Menos condicionado por los viejos fantasmas de mamá y papá. Menos egoísta, menos mezquino. Aunque haya que curar las heridas.
Escuchar al otro es fundamental. Porque siempre vamos a proyectar nuestra película en el otro, pero si ya lo sabemos, podemos apartar con cuidado la pantalla de tela y ver quién hay allí realmente… Como decía el chiste… sirve para conocer gente. Si lo haces bien.
Si para terminar me pongo más en psicóloga-clínica, pues es cierto, sirve para tener menos angustia, menos síntomas. Los síntomas son la sexualidad del neurótico, decía Freud. Y os aseguro que ese chico sabía un montón de estos asuntos…
Besos

Sara Blasco

1 Comentario

  1. ¿Qué para qué sirve el amor? No sé, reconozco que la pregunta me desconcierta un poco. Quizás porque pienso que el amor es precisamente eso que se encuentra más allá de todo propósito, de toda utilidad; más allá de toda servidumbre. Por lo demás, como siempre, una reflexión profundamente sugerente. Gracias Sara

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